martes, 5 de enero de 2010

ASOCIACIÓN ILÍCITA


El grupo de cuarteto cordobés Sabroso acaba de presentar su album Tributo II que incluye la canción “Loco y gran amor”, un tema interpretado a finales de la década del 80 por Mauro .

Mauro era un cantautor supuestamente villamariense que tuvo un éxito fugaz. Recuerdo que actuó una vez en el Club San Vicente de Bell Ville, luego de una tómbola a la fuí porque me gustaba una chica a la que no saqué a bailar y que se llamaba Cecilia.

Cecilio es el nombre con el que Capusotto satirizaba en su programa de TV a Sandro.

Sandro grabó canciones compuestas por su amigo Mauro, autor también de la canción oficial de la última visita del Papa Juan Pablo II, del jingle de la campaña de Néstor Kircher a Diputado Nacional y partícipe del mítico programa de TV en el que se cortó el pelo en cámara el gitano .

El gitano murió agotado de tantas operaciones.

Si uno quiere, como bien enseña Pancho Ibañez, todo tiene que ver con todo.

jueves, 17 de diciembre de 2009

A VEL, PINTO


El negro Dolina decía que el canto es un arte de discreción y que por esa razón “no puede cantar bien un tipo con saco violeta”

Aceptando la trampa de la hipérbole a la que recurre el maestro, he preferido también creer desde entonces que sólo pueden ser buenos artistas quienes previamente son buenas personas.

Un sujeto que canta así no puede ser mal tipo…




lunes, 14 de diciembre de 2009

UN BOCHAZO A 30 METROS


Mi padrino me contó una historia y es la siguiente:

A finales de los años 70 se acostumbraba a jugar campeonatos de bochas en el campo. Esto último en sentido literal, era en campos que disponían de un lote para ese juego y un galpón para el buffet y la kermese.

Esos campeonatos comenzaban a primeras horas de la tarde y, generalmente, la reglamentación disponía que las parejas o los tríos se formaban “a la gorra”, es decir, sorteando dentro de una gorra los nombres de los participantes para que el azar dispusiera de la conformación de los equipos. Pero algunos campeonatos establecían parejas o tríos previamente armados. Eso ocurrió una vez en el boliche Las Latas. Mi padrino formó un trío con otro tío mío y con otro señor.

Este equipo iba ganando partidos a medida que avanzaba la tarde, algunos más reñidos, otros más fáciles, pero la victoria a 15 tantos era para ellos. Así fue que llegaron a la final cuando ya estaba avanzada la noche.

Mi padrino me contó que ese partido decisivo fue vibrante, que casi no se sacaban ventaja y que en cada mano parecía decidirse la suerte de los campeones.

En la noche oscura, un sol de noche era el único auxilio para iluminar el juego. A esto se sumaba que los demás participantes, todos derrotados, querían ver la resolución del campeonato y la ronda en torno a bochas y bochín se hacía intensa. Las sombras humanas se superponían al terreno por donde debían pasar las bochas. Todo sumaba tensión, nerviosismo y ansiedad.

Mi padrino es un ser calmo, paciente, dueño de una sonrisa distendida todo el tiempo. Mi otro tío es calculador, se fijaba en el juego de los demás y meditaba cada jugada. El otro señor era dueño de un silencio perturbador. Parecía indeciso, inseguro y hasta asustado. Toda esa imagen desaparecía cuando hacía tres pasos a la carrera y le pegaba con solvencia a la bocha. Una vez podía ser casualidad, otra, suerte de principiante. Las siguientes marcaban que el tipo sabía de lo que se trataba y tenía talento para el juego. Los adversarios también temían cuando “agachaba el lomo” y arrimaba unas bochas que sumaban puntos.

Mi padrino puso especial énfasis en contarme la última jugada de esa final antológica.

El partido se había complicado y apareció una última mano en la que el resultado podía decidirse para uno o para otros. El recuerda que los adversarios, temiendo el bochazo del señor silente, tiraron el bochín lejos, muy lejos, como a 30 metros de distancia.

Se fueron alternando en arrimar las bochas, conforme de quién era el tanto, como indica el reglamento.

Lo cierto es que, según me contó mi padrino, con la última bocha los adversarios ganaron el tanto que los consagraba campeones. Pero al trío que conformaban con mi otro tío y el otro señor les quedaba una bocha. Más precisamente al otro señor.

La distancia era desmesurada como para intentar el bochazo y mucho más para intentar ganar un tanto en el que la bocha rival había quedado “mamando”.

Mi padrino alentó al señor que bochaba.

- Dale, tirale que le vas a pegar.
- No, está muy lejos. Mejor arrimo
- Haceme caso. Tirale. Parate en la línea y medilo. Le vas a pegar y hacemos partido
- Te parece?

Mi padrino me contó que el bochador fue hasta la línea. Pidió que levantaran el sol de noche y mi otro tío, con un trapo le marcó la bocha a la que había que tirarle. Se apoyó firme con la pierna izquierda, mojó ligeramente la mano derecha y acarició la bocha. Extendió su pierna derecha hacia atrás y gritó. “Cuidado que voy a tirar”

El murmullo de los mirones tranquilizó a los adversarios. Estaba lejos. Era imposible. Era seguro que le erraba. Era seguro que ganaban. Era seguro que salían campeones. Era seguro que se reirían hasta la madrugada cuando comieran choripanes y bebieran vino blanco sin hielo en infames vasos plásticos. Era seguro que gozarían de la admiración de sus esposas y sus hijos cuando contaran que ganaron. Que salieron campeones. En la alegría y en la plata de pozo pensaban cuando el señor silente encorvó su espalda y comenzó la carrera.
Ahora resulta necesario explicar algunas cosas respecto del bochazo:

El primer paso implica avanzar con la pierna derecha pero llevando la bocha hacia atrás, no mucho. Debe ser un balanceo natural que internalice el movimiento de la bocha al movimiento del cuerpo y al cálculo que va haciendo el cerebro a medida que avanza hacia la bocha rival.

El segundo paso es fundamental. El cuerpo del jugador debió ya tomar la velocidad y el impulso para que ambas piernas y ambos brazos se transformen ya en un mecanismo infalible. El brazo que lleva la bocha, cual catapulta fatal, debe tener ya establecido el movimiento de inercia que dotará de fuerza necesaria para el bochazo. El jugador está un metro más cerca de la bocha rival pero igual está lejos, muy lejos. O al menos eso parece.

El tercer paso es ética y estética. Ya todo está dicho. El brazo derecho que lleva la bocha se adelanta, con velocidad, empujado por vaya a saber qué extraño espíritu, y en un momento arroja la bocha la divinidad, porque el hombre creyente a esa altura está entregado a otros designios, menos terrenales. Sabe sí que la bocha trazará una parábola en el cielo. Sabe sí que la dirección es un cálculo que se consigue con la práctica. Sabe sí que hay muchos ojos que miran y admiran ese movimiento, esa carrera, esa cadencia que los torpes imitan en vano. Sabe sí que hizo lo que debía hacer pero lo demás ya no depende de él.

Me cuenta mi padrino que la bocha del señor callado surcó el cielo, que se perdió un momento en el aire y que reapareció, bocha negra fatal, golpeando en “la panza” de la bocha rival, la ganadora, la intrusa. Cuenta mi padrino que se produjo el milagro, que la cambió de color, que la dejó en el nido, que la dejó en el plato, que la dejó clavada, que fue el mejor bochazo posible de los que saben jugar a las bochas.

Los que antes murmuraban ahora enmudecieron. Los que antes apostaban entusiasmados hora pagan callados. Los que antes alardeaban ahora escondían la mirada en el piso. Mi padrino y mi otro tío corrieron a abrazar al señor que no podía creer que le había pegado tan bien y tan lejos.

Saludaron a los vencidos, recogieron las bochas, los aplausos y la plata del premio y se fueron rumbo al auto para volver a la ciudad, satisfechos, orgullosos, vencedores.

El señor que pegó tremendo bochazo era mi papá. Pero no lo quiero recordar como un buen jugador de bochas sino por lo siguiente:

Mi padrino me contó que aquella noche, en la oscuridad de la noche y aprovechando que el sol de noche estaba donde las bochas, luego que el rival tiró la última bocha él fue hasta la línea de salida y movió la marca varios metros hacia delante. Por esa razón alentó a mi papá a que le tirara, que probara y que bochara.

Desde luego, a mi viejo, una vez en la línea no le resultó tanta la distancia y se llenó de confianza como para intentarlo. Lo hizo y le pegó muy bien.

Mi padrino me cuenta que pasados los festejos le contó su maniobra a mi viejo y que este se molestó muchísimo. Que intentó regresar al campo y devolver el importe del campeonato. También me contó mi padrino que estaba seguro que no podía decirle a mi viejo en el momento que había movido la marca porque se hubiera negado a tirar el bochazo o lo hubiera tirado a errar.

Más que una habilidad para el bochazo, mi viejo me dejó como herencia el mandato de honrar su honradez.

Con su ausencia me cuesta.

sábado, 12 de diciembre de 2009

MILANESA LATINOAMERICANA


Cuando era un niño, una publicidad de televisión me enseñó a asociar el mapa de la Argentina con un bife. El aviso del Proceso de Reorganización Nacional alertaba sobre lo tentadora que resultaba la carne, metáfora isabelsarliana del país, para el comunismo extranjerizante.
Ahora que soy un hombre hambriento me apetece más latinoamérica.

PALO AL TIBURÓN SOMOZA, MAMI




Rubén Angel Ortega y los tres momentos en la vida de un hombre.

viernes, 11 de diciembre de 2009

SE LO CONDENA A LA PENA DE...PENSAR


La escuela que funciona dentro de la cárcel de Villa María tuvo su acto de fin de curso. Los internos, luego de recibir certificados, distinciones y obsequios, representaron dos obras de teatro.

La primera de ellas cuenta los inconvenientes que tiene una pareja para encontrarse en una cita amorosa. En principio, los personajes de Lucía y Mateo acuerdan verse un día a las 8 pero el desencuentro ocurre cuando uno entiende a las 8 de la mañana y el otro a las 8 de la noche. Luego acuerdan verse en el barquito. Otra vez el desencuentro cuando uno entiende el Bar Quito y otro el Bar Barquito. Inteligentemente resuelven verse al mismo tiempo en distintas horas y en distintos lugares y así sí se encontraron.

La segunda obra alterna momentos cómicos y dramáticos. Una típica familia atareada por el trabajo, los estudios, la diversión, no tiene tiempo para advertir que uno de sus integrantes está enfermo. La muerte que los sorprende obliga a reflexionar sobre la importancia de los valores familiares. Fue escrita por los propios internos.

Y sí, el que piensa encuentra las respuestas.


jueves, 10 de diciembre de 2009

YA ESTÁ ESCRITO


Que es una demostración más de personalismo y egolatría.
Que es un gasto innecesario, otro derroche absurdo.
Que está mal redactado y resulta casi ilegible.
Que las fotografías son de mala calidad.
Que está incompleto y es injusto.
Que propicia el internismo.
Que no sirve para nada.
Que está todo mal.
Que hasta cuando.
Que basta.
Que chau.

lunes, 7 de diciembre de 2009

EL JOVEN APRENDIZ


"esa sed de aprender de cualquiera precisamente lo que él es el único que puede enseñar..."

domingo, 6 de diciembre de 2009

ANIMALADA DE BICHO


Anticipar a los demás medios en la difusión de una noticia tiene un valor superlativo para algunos periodistas.

El docente/comunicador/periodista/productor/animador/analista que conduce el programa matinal de una paleo y céntrica radio villamariense se entusiasmó en dar la primicia cerca del mediodía del domingo 6 de diciembre.

Informó que los bomberos voluntarios estaban en una carnicería en inmediaciones del Hospital Pasteur "porque un trabajador o el carnicero tuvo un accidente. Metió la mano en la picadora de carne. Eeeeh, bueno, esperemos que esté todo bien" concluyó.
Las amas de casas, segmento distintivo de su audiencia, se abstuvieron de cocinar albondigas. Para eso sirve estar bien informados.

sábado, 5 de diciembre de 2009

MUDANZAS



En Villa María viví en:



  1. Chile 276, Centro

  2. Bv. Alvear 221, Centro

  3. Martínez Mendoza 440, Gral Lamadrid

  4. Mendoza 2946, San Martín

  5. Int. Urtubey 445, Nicolás Avellaneda

  6. Agustín Tosco 180, San Nicolás

  7. Romano Ferrari 41, San Nicolás

  8. Parajón Ortíz 144, Ameghino

  9. Gral Paz esq. La Rioja, Centro

  10. Gral Paz 246, Centro

  11. Independencia 660, Ameghino

  12. San Martín 141, Centro

  13. Entre Ríos 1060, Centro

  14. San Martín 272, Centro

  15. Müller 582, Güemes

  16. Mendoza 72, Parque Gral Paz

  17. Mitre 562, Centro

Además hay que sumar los domicilios de amigos generosos y hasta el estacionamiento de la Terminal de Omnibus para aquellas frías noches sin techo.