El Angel Gris repartía sueños en el barrio de Flores, universo literario de Alejandro Dolina, entre las décadas del 40 y el 50. Muchos recuerdan esos años como una época dorada.
Repartía sueños tristes, melancólicos o amargos. El Angel los suponía mejores y no estaba equivocado. Y es que los hombres que ejercen el pensamiento y el sentimiento con constancia, adquieren una gravedad que los distancia del entretenimiento fácil. Pensar en el sentido de la vida, en la finitud de nuestra existencia, tener la certeza que pronto seremos ausencia y sentir, principalmente sentir, el dolor del desengaño, la angustia que deja una traición, la falta de los seres queridos, bueno, todo eso hace al Hombre un poco gris, como el Angel.
Pero ocurre además que los sueños no solo son las historias que acompañan nuestro dormir sino que también de ese modo llamamos a nuestras metas, anhelos, aspiraciones, bien podríamos decir entonces que el Angel Gris también repartía destinos.
El Angel Gris y el general Aramburu fueron contemporáneos. Existieron de modo diferente en la misma época. Aramburu seguramente era miembro de Los Refutadores de Leyendas, esa secta racionalista que anda anulando ilusiones. Junto a otros destruyó de un modo fáctico, real y violento los sueños de una patria justa, libre y soberana. Desde entonces no queda espacio ni tiempo para abrigar sueños grandes aunque sí pequeñas transformaciones, módicos y humildes triunfos .
Una plaza del barrio de Flores que se llamaba Aramburu pasará a llamarse Angel Gris por decisión de lo que antes se conocía como Pueblo. Tal vez esta sea una victoria si es que viene a revelarnos que Los Hombres Sensibles siguen vivos y dando batalla.
Los amigos de Radio Neo me invitaron una copa del Vino del Recuerdo y me la bebí de un trago.
Les agradezco.
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