miércoles, 14 de octubre de 2009

ESTRELLA ROJAS (6)


Los madrugones de lunes a viernes para cursar el segundo año del Colegio Nacional le habían alterado el reloj biológico y ese sábado, como todos los anteriores, Litín se despertó a las 6:30 y se levantó a desayunar con sus padres. Café con leche, bizcochos, tostadas, manteca y dulce de leche.


Silencio respetuoso, ojos que apenas se levantaban de la taza o del mantel, ceremonia clerical. El olor de la gomina se imponía al del café. La estufa a kerosene hacía su aporte a la variedad aromática. La colonia de Don Carlos Emilio era siempre la misma y por eso pasaba desapercibida.


La casona de calle Mariano Moreno 150 era de las pocas que tenía luces encendidas en ese momento de la fría mañana. Litín sabía que a esa hora no encontraría ningún amigo levantado y por eso apuró el último sorbo de café con leche y miró fijo a su padre que ya se había incorporado. Hombre de pocas palabras, solo un leve movimiento del mentón sintetizó la invitación. Calzó su campera, se enroscó la bufanda tejida por su madre y con paso decidido siguió a su padre, escaleras abajo rumbo al auto, que no era oficial, aunque el que lo conduce es el intendente de Villa María, un peronista en la tierra de Sabattini.

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