El discurso objeto de análisis pertenece al jefe de la Conducción Nacional de Montoneros, Mario Eduardo Firmenich, y corresponde al acto de conmemoración del 1er aniversario de los fusilamientos de Trelew, ocurridos el 22 de agosto de 1972, fecha también coincidente con otra celebración del movimiento peronista como lo es el Día del Renunciamiento hecho acaecido también un 22 de agosto pero de 1951.
El acto de enunciación tuvo lugar en la cancha de Atlanta y ante un auditorio compuesto por más de 50.000 militantes (según la estimación que realiza el propio Firmenich en el discurso).
El contradestinatario es el enemigo dentro de una lucha armada que se acrecienta y recrudece por esos días donde los muertos tienen una significación. Los cadáveres son mensajes que se reenvían en una dialéctica que excede lo verbal.
Firmenich califica al enemigo interno indicando “hay una camarilla de conspiradores que tratan de impedir la participación popular...son unos imbéciles que rayan en la criminalidad. Lo que no comprenden estos imbéciles como Osinde es que lo mismo intentó Aramburu hace 18 años y ahí debe andar ahora arrepintiéndose”. Aquí se produce un proceso doble de identificación porque nombra directamente al Tte. Coronel Jorge Manuel Osinde, responsable del operativo de seguridad en el retorno de Perón del 20 de Junio de 1973 y lo asocia con el General Pedro Eugenio Aramburu, primera víctima de la organización Montoneros elegida por su participación en la “Masacre de León Suárez” y su responsabilidad con el secuestro del cadáver de Eva Perón luego del golpe de estado del 16 de septiembre de 1955. Con este hecho el grupo armado hace su presentación y comunica a la sociedad su identidad peronista.
Esta asociación de un actor social ubicado en el otro bando con otro ya muerto se repetirá en la siguiente secuencia del discurso cuando a la referencia de Firmenich sobre la “burocracia sindical”, colectivo de identificación del enemigo en oposición a la “juventud revolucionaria”, señalando “tienen ahí, en la CGT, una burocracia con cuatro burócratas que no representan ni a su abuela” los militantes presentes responden con un “Rucci traidor a vos te va a pasar lo que le pasó a Vandor”. Era un slogan-amenaza que de a poco había comenzado a instalar la Juventud Peronista y que los asistentes cantan en ese momento. La respuesta de Firmenich no se hará esperar “Compañeros: esa consigna refleja verdaderamente lo que estamos diciendo...no existe la más mínima posibilidad”. El 25 de septiembre de 1973, casi un mes después de este “diálogo” la organización Montoneros mata a José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT, en un operativo comando que luego se dio en llamar “Operativo Traviata” por los “23 agujeritos” que los forenses contaron en el cuerpo del dirigente gremial.
Hubo primero un canto, un mensaje musical para Rucci. Luego, su asesinato fue un mensaje fúnebre para el General Perón de parte de la juventud revolucionaria que demandaba la conducción del movimiento para los trabajadores, entendiendo que estos no eran representados por la “burocracia sindical.”
Eliseo Verón señala que “es evidente que el campo discursivo de lo político implica enfrentamiento, relación con un enemigo, lucha entre enunciadores...La enunciación política aparece inseparable de la construcción de un adversario”
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